Debilidades profesionales
Entendemos por debilidades profesionales aquellos aspectos mejorables para alcanzar el pleno rendimiento en el puesto de trabajo. En definitiva, cualidades, habilidades o conocimientos que no se han desarrollado adecuadamente y que, por ello, pueden constituir un lastre o traba en el desempeño profesional.
Así pues, representan lo contrario a las fortalezas profesionales, aquellas facetas que una persona maneja a la perfección y que pueden potenciar su rendimiento laboral.
Tanto las debilidades profesionales como las fortalezas son reflejadas por los análisis por competencias aplicados a perfiles o roles profesionales. Estos últimos sirven para detectar ambos grupos con el fin de impulsar las segundas y salvar las dificultades que acarrean las primeras. Así pues, la detección de los puntos fuertes es tan importante como la de los puntos flacos, con el fin de subsanarlos.
Claves de las debilidades profesionales
El desarrollo de la carrera profesional pasa, inevitablemente, por el impulso de las fortalezas o ventajas y la corrección de las debilidades profesionales, de tal forma que estas últimas no constituyan un problema.
Algunas de las debilidades profesionales más comunes son:
La dificultad para organizar y priorizar tareas de manera eficiente. Es decir, para gestionar eficazmente el tiempo de trabajo.
La ausencia de conocimientos técnicos, especialmente en herramientas disruptivas que toman fuerza en los centros de trabajo.
La incapacidad para trabajar en equipo o delegar tareas en otros y otras profesionales.
La dificultad para tomar decisiones rápidamente en entornos hostiles o bajo mucha presión.
La resistencia al cambio o dificultad para adaptarse a nuevas situaciones y entornos.
La falta de confianza en uno mismo a la hora de proponer nuevas iniciativas o asumir responsabilidades.
Afortunadamente, las empresas son hoy en día más conscientes que nunca de la necesidad de aplacar estas debilidades profesionales en la plantilla. Y de hacerlo a todos los niveles y de manera transversal. Una inversión de gran rentabilidad a medio y largo plazo que puede materializarse en planes formativos de desarrollo personal y profesional, en experiencias de mindfulness, empowering, mentoring o coaching, etc.
De hecho, algunas de las técnicas para mejorar las debilidades profesionales más exitosas entre las organizaciones son las siguientes:
Programas de autoconocimiento y reflexión, pruebas de habilidades y evaluación de desempeño, por ejemplo, a través del feedback de compañeros y compañeras o personas supervisoras.
Cursos y talleres para el desarrollo de debilidades específicas, ya sea de forma teórica o desde la práctica, esta última especialmente en lo que respecta a hardskills o habilidades técnicas o tecnológicas.
La práctica de voluntariado, pues permite desarrollar habilidades blandas o softskills en un entorno menos formal y encorsetado, abordando una temática más atractiva y motivadora para el o la profesional.
Las debilidades profesionales, aquellas áreas en las que una persona puede trabajar a través del ejercicio de las habilidades, de la experiencias o de la formación, afectan no solo al rendimiento y la productividad personal, sino de todo el entorno de trabajo.
Por esa razón, requiere un enfoque consciente y continuo a nivel personal y global, así como una actitud proactiva y mucha persistencia.