Qué es el síndrome del impostor
Hablar del síndrome del impostor es hablar de un trastorno psicológico muy habitual, sobre todo entre las mujeres.
¿Alguna vez has afrontado un reto pensando que no estabas realmente capacitado para ello? ¿Has dado una charla como experto sintiendo que eres un fraude y que todos se darán cuenta de ello tarde o temprano? Son muchos los profesionales que se enfrentan a estos miedos día tras día en su rutina profesional.
Sin embargo, el problema de estas personas, de quienes padecen el síndrome del impostor, radica en que sus dudas son infundadas.
Es decir, en realidad se trata de profesionales exitosos cuyos resultados suelen ser buenos o muy buenos. Así que, ¿por qué les aterra el fracaso? ¿Por qué se sienten no válidos cuando alcanzan perfectamente las expectativas?
Qué significa el síndrome del impostor
Existen varias causas de sufrir el síndrome del impostor. Una de ellas es el gusto por la perfección. Quienes sufren el síndrome del impostor suelen ser personas muy perfeccionistas y exigentes consigo mismas. Sin embargo, existen otros dos motivos muy extendidos:
Cuando la inseguridad es tu principal enemigo
Las personas inseguras tienen más posibilidades de experimentar el síndrome del impostor. Esta inseguridad puede deberse a problemas de aceptación durante la infancia por haber soportado numerosas críticas en el ámbito familiar o académico. Pero también a estereotipos de género y presiones sociales, muy arraigados en las mujeres. Las experiencias laborales traumáticas también pasan factura, pues pueden derivar en la pérdida de confianza de uno mismo.
Las personas que se creen superhéroes
El síndrome del impostor aparece también a menudo en profesionales que se creen imbatibles. En otras palabras: que tienen la convicción de que pueden llegar a todo y que además pueden hacerlo con un altísimo rendimiento. Suelen ser profesionales individualistas, que realizan esfuerzos descomedidos, a los que les cuesta delegar, y que acaban por sufrir ansiedad, estrés y bloqueo mental. Para estos profesionales, un fracaso puede suponer un mazazo del que tarden en recuperarse.
El síndrome del impostor no es exclusivo del mundo laboral, de hecho, suele aparecer desde la infancia. Un buen ejemplo son esos jóvenes que se bloquean cuando deben enfrentarse a sus primeros exámenes. Lo normal es que sufran ansiedad antes de una evaluación para, después, obtener resultados magníficos.
De ahí la importancia de detectar de forma precoz el síndrome del impostor. Su conocimiento allanará el camino a aquellas personas que lo sufran, pues serán capaces de enfrentarse a él.
Cuáles son los tipos del síndrome del impostor
El síndrome del impostor o síndrome del fraude lleva a personas exitosas en su trabajo a pensar que los logros obtenidos no les pertenecen. Que sus resultados son fruto del azar o de la providencia. Nada más lejos de la realidad.
Decimos que suele ser más habitual en mujeres porque se trata del colectivo que más tiende a minusvalorarse. Ellas tienden a minimizar sus éxitos en mayor medida que los hombres. Sin embargo, el síndrome del impostor puede afectar a cualquier persona.
Y no existe un solo tipo de síndrome del impostor, sino varios en función de la causa que lo provoca. Así encontramos los siguientes tipos de síndrome del impostor:
- Perfeccionista: Habitual en aquellas personas que piensan siempre que podían haberlo hecho mejor y se culpan constantemente por no haberlo conseguido. La insatisfacción es una tónica predominante para estos profesionales.
- Experto: Por más que se preparen, investiguen, estudien o analicen un tema concreto, estas personas pensarán que no saben prácticamente nada sobre la materia en cuestión, que no tienen mucho que aportar.
- Genio: Personas acostumbradas al éxito sobrevenido o logrado sin esfuerzo que tienen a frustrarse cuando no lo consiguen fácilmente. Hechos como estos les harán perder la confianza en sí mismos.
- Individualistas: Tienden a hacerlo todo de forma exclusiva y personal, sin delegar ni pedir ayuda. En realidad, piensan que hacerlo es síntoma de debilidad, de falta de excelencia o capacidades.
- Superhéroe: El síndrome del impostor responde, en estos casos, a personas que piensan que pueden llegar a todo y al 100 % de sus posibilidades. Normalmente, existe en ellos cierta distorsión de la realidad y de sus capacidades.
Si te sientes reflejado o reflejada en alguno de estos perfiles, quizás va siendo hora de que analices si sufres realmente el síndrome del impostor. La mayoría de las personas que lo padecen aún no lo saben. Para contrarrestarlo, acude a profesionales, puedes hacerlo a través del seguro médico de tu plan de retribución flexible. Solicita un servicio de salud mental a tu medida.
Cómo superar el síndrome del impostor
Superar el síndrome del impostor requiere una combinación de autoconocimiento, apoyo externo y estrategias prácticas. Aquí tienes algunos pasos que pueden ayudar a gestionar esta sensación de insuficiencia y a recuperar la confianza en el entorno laboral:
- Reconocer y aceptar el síndrome del impostor: Como tanto otros problemas vinculados con la salud mental, identificar cuándo aparecen esos pensamientos de inseguridad es el primer paso. El reconocimiento permite abordar el síndrome del impostor con autocompasión en lugar de culpa. Comprender que es una experiencia común y que afecta a personas de todos los niveles profesionales puede ser liberador.
- Replantear el diálogo interno: En lugar de enfocarse en los errores o en los supuestos «defectos», es clave centrarse en los logros y cualidades propias. Crear un diario de logros, donde se registren éxitos y retos superados, puede ayudar a recordar la valía y el progreso personal.
- Buscar apoyo en mentores o colegas o especialistas en el tema: Conversar con personas de confianza permite recibir feedback objetivo y fortalecer la autoestima profesional. Un mentor o incluso un grupo de apoyo puede ofrecer una perspectiva externa que ayuda a identificar fortalezas y áreas de crecimiento.
- Establecer metas de verdad realistas: Dividir los grandes objetivos en pasos alcanzables y celebrar cada avance, por pequeño que sea, puede ayudar a reducir la presión de “ser perfecto”. Aprender a reconocer el valor del proceso y no solo del resultado final también es crucial.
- Aceptar los errores como parte del aprendizaje: El miedo a equivocarse es una de las raíces del síndrome del impostor. Reinterpretar los errores como una oportunidad de crecimiento en lugar de una señal de falta de capacidad es fundamental para evolucionar profesionalmente.