Burnout laboral
El burnout laboral o síndrome del trabajador quemado es una patología derivada de la interacción del individuo con unas determinadas condiciones psicosociales nocivas de trabajo.
Esta definición, extraída de la NTP 704 del INSST, Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, define lo que en España se conoce formalmente como Síndrome de estar quemado por el trabajo (SQT) o Síndrome de desgaste profesional.
Y es que, el 1 de enero de 2022, el burnout laboral entró a formar parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la OMS, Organización Mundial de la Salud, por su creciente repercusión en el bienestar de los y las profesionales.
Claves del burnout laboral
El burnout laboral aparece en aquellos escenarios de trabajo especialmente precarizados, donde la evaluación y la prevención de riesgos psicosociales no se lleva a cabo o se hace de manera deficiente.
Pero no solo las malas condiciones laborales o la existencia de una sobrecarga de trabajo abrumadora, fruto de una gestión errónea de la actividad empresarial, tienen la culpa. A estos se suman otros factores como la alta competitividad o la necesidad de perpetua resiliencia ante la incertidumbre o el avance de las nuevas tecnologías.
Esta patología tiene, como consecuencia, un fuerte impacto en la salud integral de los trabajadores y trabajadoras. De hecho, son efectos comunes del burnout laboral el agotamiento mental y el cansancio físico, cuando no la frustración, el estrés crónico o la ansiedad.
En cuanto a los colectivos de mayor riesgo, varios estudios señalan a trabajadores y trabajadoras entre los 30 y los 50 años, llegando a porcentajes de incidencia de hasta el 50 o 60 % dependiendo del sector de actividad.
Las consecuencias nocivas del burnout laboral sobre la salud de los empleados y empleadas traspasan también al ámbito organizativo. De hecho, las implicaciones son tales que las empresas donde buena parte de la plantilla adolece burnout laboral acaban por detectar una menor productividad o de innovación o creatividad en sus equipos de trabajo.
No solo eso, al burnout laboral le siguen una serie de problemáticas que no hacen sino acentuar esta patología. Por ejemplo, un deterioro del ambiente de trabajo, del compañerismo, de la capacidad de cooperació o de la comunicación efectiva.
En definitiva, un deterioro de las relaciones interpersonales, ya sea entre iguales o respecto a otras categorías o roles dentro de la empresa. Sin duda, una nefasta consecuencia para la cultura empresarial, que puede ver mermada su capacidad para fidelizar y motivar a la plantilla, así como de traer nuevos talentos.
De hecho, en dichos ambientes de trabajo suele ser común tasas de rotación y de absentismo laboral elevadas.
La prevalencia cada vez mayor del burnout laboral en nuestro mercado ha derivado en un problema estructural que se conoce ya como el gran agotamiento, fenómeno del que se han hecho eco escritores como Carl Newport o periodistas como la autora de El descontento, Beatriz Serrano. Fenómenos como La Gran Renuncia o el ghosting laboral hunden sus raíces en ese burnout generalizado, que atenaza a toda una generación.