Estrategias para aumentar tu calidad de vida

Hablar de calidad de vida es hacerlo de una manera digna de estar en este mundo. Hacerlo de calidad de vida laboral y calidad de vida en el trabajo, de condiciones satisfactorias y beneficiosas para los individuos en el seno de las organizaciones. Hoy en día, estos términos representan un desafío para los poderes públicos y las organizaciones, y una reivindicación para la sociedad.
¿Qué es la calidad de vida?
Calidad de vida, ¿qué es? El grupo de Ia OMS sobre Ia calidad de vida define esta como “Ia manera en que el individuo percibe el Iugar que ocupa en el entorno cultural y en el sistema de valores en que vive, así como en relación con sus objetivos, expectativas, criterios y preocupaciones”. Y añade: “Todo ello matizado, por supuesto, por su salud física, su estado psicológico, su grado de independencia, sus relaciones sociales, los factores ambientales y sus creencias personales”.
Así pues, la calidad de vida sería un término subjetivo que, sin embargo, ha dado lugar, a través de numeroso criterios tomados en cuenta, a una especie de indicador. Este puede tomarse como referencia para medir los beneficios de políticas públicas, terapias sanitarias y un largo etcétera de estrategias y acciones dirigidas a garantizar el bienestar de las personas y/o la ciudadanía.
La calidad de vida en el trabajo
También podemos oír hablar de calidad de vida laboral, que sería lo mismo pero circunscrito al ámbito del trabajo.
De hecho, durante la última década, buena parte de los esfuerzos en gestión de talento por parte de las empresas se orientan a lograr incrementar esa calidad de vida en el trabajo. ¿Cómo? A través de instrumentos clave como los paquetes de beneficios corporativos y la retribución flexible. El objetivo: atraer talento, fidelizarlo, mejorar su motivación e implicación, y con todo ello, la capacidad de producir, innovar y transformar a toda una organización.
Dimensiones clave de la calidad de vida
Como hemos dicho, son muchos los factores y dimensiones que se toman en consideración para determinar la calidad de vida. Estos permite a las empresas diseñar esos planes de beneficios para el bienestar. La idea es que estos impacten positivamente en la experiencia de vida de las personas dentro y fuera del trabajo a través de acciones y políticas concretas, es decir, que mejoren esa calidad de vida en el trabajo y calidad de vida en general.
Actualmente, la calidad de vida está ligada a unos niveles adecuados de:
Bienestar físico y acceso a servicios de salud
La presencia o ausencia de enfermedades, la vitalidad…, y el acceso generalizado a servicios de salud de calidad que puedan prevenir o paliar cualquier tipo de dolencia, discapacidad, etc.
Salud mental y bienestar emocional
Abarca el bienestar psicológico, el manejo del estrés y la salud emocional, pues refleja el nivel de satisfacción con la vida, el sentido de propósito, la autoestima… En los entornos laborales, la salud mental y emocional ha cobrado gran relevancia desde la pandemia sanitaria.
Estabilidad financiera y salud económica
Nivel de ingresos, estabilidad financiera, acceso a bienes y servicios básicos… En definitiva, a la percepción de seguridad económica y la posibilidad de ahorrar o invertir.
Educación y desarrollo personal
Al igual que el acceso a servicios sanitarios, el acceso a oportunidades de aprendizaje, crecimiento profesional, capacitación continua y autorrealización resulta fundamental. En el ámbito laboral, está relacionado con planes de carrera y aprendizaje organizacional.
Relaciones sociales y apoyo comunitario
El equilibrio y bienestar emocional, y la percepción de felicidad, clave en la prevención del agotamiento y en el fortalecimiento de la resiliencia proviene de un amplio sentido de la integración social y pertenencia. Implica la calidad de las relaciones interpersonales, las redes de apoyo, la vida familiar, relaciones laborales saludables…
Condiciones de vivienda y entorno ambiental
Considera la calidad del entorno físico donde se vive y se trabaja: el acceso a una vivienda adecuada como un derecho fundamental para una adecuada calidad de vida, también de infraestructura, movilidad, espacios verdes y saludables, y la percepción de seguridad personal y comunitaria.
Hoy en día, la mayor parte de las empresas toman en cuenta todas estas dimensiones para abordar, desde un punto de vista integral y holístico, el diseño de estrategias de bienestar corporativo.
Estrategias para mejorar la calidad de vida y promover la longevidad
No siempre resulta fácil, como hemos visto, adoptar un nivel satisfactorio de calidad de vida no depende de uno mismo, a veces el contexto social, el entorno económico, etc. lo ponen difícil. Sin embargo, existen estrategias que pueden y deben abordarse con el fin de aumentar esa calidad de vida. Y que tanto los poderes públicos como el tejido empresarial deberían tener en cuenta a la hora de diseñar un marco adecuado para su desarrollo. Estas son algunas de ellas:
Fomento de hábitos saludables
Los tres hábitos saludables básicos que toda persona debería adoptar para aumentar su calidad de vida son:
- Alimentación
- Ejercicio
- Descanso
Gestión financiera personal y salud financiera
No se trata solo de contar con la capacidad adquisitiva adecuada para acceder a servicios básicos, sino de la probabilidad de acceder a opciones que permitan incrementarla.
Educación continua y desarrollo profesional
La posibilidad de adoptar itinerarios formativos que ayuden a las personas a crecer profesionalmente favorece el acceso al mercado profesional y la capacidad de medrar dentro de este.
Fortalecimiento de redes sociales y apoyo comunitario
No solo mejoran la autoestima y el sentido de pertenencia, permiten a las personas ejercer su capacidad para tomar decisiones que impacten sobre su vida y las de quienes les rodean, participar en asuntos sociales, ejercer derechos y sentir que su voz es escuchada. En definitiva, gracias al apoyo comunitario las personas experimentan mayor bienestar, compromiso social y satisfacción con su vida y entorno, de ahí que muchas empresas apuesten hoy día por el activismo corporativo.
Participación cívica y derechos individuales
La participación cívica y los derechos individuales son componentes fundamentales de la calidad de vida, ya que empoderan a las personas para influir en las decisiones que afectan su entorno y garantizan el respeto a su dignidad y libertad.
De hecho, la protección de libertades fundamentales (expresión, asociación, elección…), son la base para una vida plena y segura en los entornos democráticos, además de propiciar una mejora de la equidad social, al garantizar que todos los grupos tengan voz y acceso a oportunidades.
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